Cuando dos se aman, te hacen presente a Ti, Señor

Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

La relación de pareja es uno de los motivos de consulta más frecuente. El tema que resulta más espinoso de abordar es el conflicto. Especialmente, cuando se ha entrado en la dinámica víctima-victimario. Para lograr una transformación es necesario que ambos asuman un lugar de adultos en sus transacciones de comunicación. La magia que hace parte de la relación de pareja se pierde, a menudo, entre los reclamos y los reproches. Dos personas adultas se buscan para despertar, en cada uno, la fuerza creativa de la vida. En la psicología sistémica se afirma: los reproches, las descalificaciones y las desvalorizaciones que se producen cuando hay tensión en la relación de pareja se parecen a los reclamos que el niño le hace a sus padres. Quien no ha logrado tomar a sus padres, difícilmente puede actuar como adulto. Lo anterior significa, hacerse cargo de su necesidades propias y responsable de su manera de actuar. Lo primero que salta a la vista, cuando se mira el campo de la vida de pareja es, la agresión, la desvalorización y las heridas afectivas que cada uno lleva en su corazón desde niño. Cuando logramos tomar distancia, la relación toma una nueva fuerza. La imagen que mejor expresa, como dicen los griegos, la sustancia de Dios es, la relación de pareja. Desde el primer párrafo de la sagrada Escritura se deja ver a un Dios que diálogo, se orienta hacia otro. El Espíritu Santo es, la intimidad de Dios, la fuerza que habita en su corazón, la esencia de su ser, el Amor. Según los autores sagrados, Dios siempre esta prometiendo su fidelidad, haciendo alianzas y juramento de amor eterno, comprometiéndose como el esposo con la esposa. De la unión entre un hombre y una mujer nace la fecundidad; esta es la razón de ser de la pareja. Para no dar lugar a equívocos, fecundidad es sinónimo de Creatividad, no de hijos, aunque, cuando es posible, los incluye. Cada ser humano tiene, como dice Carlos Cabarrús, un pozo de dolor o, un manantial de vida. Cuando nos ponemos en contacto con el dolor, ofrecemos lo que ese dolor es capaz de brindar. Una pareja que se agrede, se descalifica, se insulta, etc, está revelando lo que hay en ese pozo. El camino de la relación será tortuoso, marcado por una serie sucesiva de separaciones y reconciliaciones hasta llegar a la hartura y el cansancio. Elegirnos para maltratarnos, para sacarnos en cara los esfuerzos hechos por retener al otro, antes que para enriquecer la relación, se pierde el sentido de estar juntos. En cambio, cuando nos conectamos con nuestro manantial, lo que brota de allí produce la vida y conduce a la plenitud. Estamos conectados con el manantial cuando ofrecemos al otro lo mejor de nosotros mismos; es decir, gratitud, gratuidad, respeto, fidelidad, entrega, generosidad, entre otras. El manantial refleja la razón auténtica de estar juntos: realizar el amor. El libro del Génesis, en un solo versículo (2,24), cuando dice: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” revela una serie de elementos esenciales para la vida de pareja. Vamos a enumerarlos: en primer lugar, nos manifiesta: “existe una fuerza superior al amor de los padres, el deseo de encontrar una pareja para continuar el camino de  la vida”. Una parte de la vida, la caminos acompañados de nuestros padres y, la otra parte, de la mano y compañía de la pareja. Quien se resiste a dejar a los padres también se niega a tomar la vida y fluir ordenadamente según sus leyes.  Después de un tiempo, es necesario mirar a la pareja y dejar de mirar a los padres. Dejar a los padres no es sinónimo de desentendernos de ellos cuando están ancianos y necesitan de nuestro apoyo. Dejar a los padres significa individuarse, aprender a mirar y actuar en la vida guiado por criterios y formas de proceder propios, es descubrir los valores que nos llevan a la vida, es abandonar la resistencia a ser lo que estamos llamados a ser....

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