El vacío nos produce enojo con algo que ya no está presente

Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

Con frecuencia, escucho a personas hablar del vacío que experimentan en sus vidas. La mayoría ignora de donde proviene la sensación. Algunos, se esfuerzan en indagar un poco más de lo acostumbrado y no logran encontrar una explicación satisfactoria. ¿Cuál es la razón para que no se logre, muchas veces, superar el vacío? La respuesta es la siguiente: nos estamos haciendo cargo, responsables, del dolor de otro. Lo que intentamos descubrir no está en nosotros, pertenece a alguien con el que estamos vinculados inconscientemente y por la fuerza del amor ciego. El tema del entrelazamiento cuántico nos puede ayudar mucho en la comprensión de todo lo anterior. Cabodevilla, especialista en cuidados paliativos y en temas como el acompañamiento en la muerte y morir consciente, señala: “el ser humano necesita de los vínculos para crecer y desarrollarse. Cuando algunos de esos vínculos se rompen, surge un periodo de gran intensidad emocional al que llamamos duelo.  Si la pérdida es radical y definitiva, como en el caso de la muerte, todas las dimensiones de la persona se ven afectadas (dimensión física, emocional, cognitiva, conductual, social y espiritual) de tal manera que la persona se puede llegar a sentir incapaz de superarlo y/o desarrollar un duelo patológico que requerirá la intervención profesional para su recuperación”.  Una de las cosas más sorprende es ésta: las personas que experimentan un vacío en sus vidas y que, por muchos esfuerzos que hagan, no alcanzan el éxito deseado, están vinculadas con el duelo que produjo, en el interior de la familia, la muerte de un ser querido, ocurrida antes de su nacimiento. También hace parte de esta vacío la interrupción voluntaria o, involuntaria de un embarazo. En la mayoría de estos casos, la persona que experimenta el vacío carga unas veces con el dolor de la madre o, del padre y, otras, con la consciencia de ira que deja el no-nacido. En el lenguaje cotidiano decimos: ”la última gota es la que rebosa la copa”. Hago referencia a lo anterior para explicar porque, esta explosión de vacío se da tempranamente en algunas personas y, en otras, tardíamente. ¿Qué marca la diferencia? la palabra engrama se utiliza para explicar estos fenómenos. Un engrama son las huellas que dejan las experiencias dolorosas en el cerebro. Se activan cuando la percepción de un hecho se asemeja al acontecimiento original. La respuesta generada es similar al del agresor. Es decir, cuando se activa un engrama la persona se comporta como lo hizo el victimario. A través de la activación de un engrama podemos llegar a conocer que fue lo que realmente padeció una persona. Cuando una persona manifiesta un disgusto nos revela la forma cómo fue tratado por las personas que, en algún momento de la vida, lo maltrataron a él. Por ejemplo, la madre o el padre cada vez que se enojaban rompían cosas, insultaban y golpeaban. El hijo, en algún momento de la vida, cuando ocurre algo similar a lo que disputaba a sus padres, reacciona destruyendo, insultando y golpeando como vio que sus padres lo hacían. En alguna ocasión lo señale, “las palabras y gestos que el otro hace cuando se enoja, pierde la inestabilidad emocional, tienen más que ver con los progenitores de él que con quien está recibiendo la ofensa”. En un curso de trauma se sugería decir: “veo la forma como fuiste maltratado y veo lo que quieres hacer a tus padres, nada de esto tiene que ver conmigo”. El vacío nos produce un enojo con algo que ya no está presente. Superar el disgusto que nos produce algo que ya no está presente es una de las tareas importantes que impone el proceso de mirar la vida como es y a todos como son. Dice Cabodevilla: “la elaboración de las pérdidas es posiblemente un tema central en la existencia humana...

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