En lo profundo todo es sorprendente

Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

En una ocasión, le preguntaron a Nikos Kazantzaki por qué amaba tanto a Francisco de Asís. Su respuesta fue la siguiente: “Amo a Francisco porque su alma, a fuerza de amor, venció lo que los hombres privados de alas llaman la realidad. Francisco, dice Kazantzaki, transformo el hambre, el frío, la enfermedad, la injusticia, la fealdad y la pobreza en lugares donde el ser humano puede encontrar su valor, dar lo mejor de sí mismo, resplandecer como el oro en medio de los más vil y empobrecedor para el alma humana. Hace poco conocí la historia de un antiguo estudiante de la Facultad de Teología donde di clases muchos años. Este joven viajó a un país extranjero donde fue ordenado sacerdote. Al poco tiempo de estar ordenado, vivió una experiencia difícil. Una menor de edad lo acuso de haber abusado sexualmente de ella. Fue a juicio. Recibió la condena respectiva. La defensa continuó insistiendo en la inocencia del joven sacerdote y logró que, el juez interrogara de nuevo a la niña. En esta ocasión, la niña contó que había dado testimonio bajo la presión de su mamá quien estaba enojada porque el sacerdote rechazo sus insinuaciones. La ira ante el desprecio se apodera del corazón de esta mujer y tramó la venganza. La decisión del juez fue reducir la condena a dos años argumentando la salud del sistema judicial. Durante los dos años, el joven sacerdote fue trasladado en tres ocasiones a penitenciarias diferentes. El motivo del traslado obedecía a qué lugar donde llegaba organizaba grupos de oración y apoyo espiritual a los reclusos. Su sencillez y humildad lograba crearse un ambiente donde daba lo mejor de sí mismo. Ni la cárcel ni la calumnia fueron suficientes para minar el ánimo de este joven a continuar con su misión en la vida. Cuando se cumplió el tiempo de la condena, junto a la boleta de libertad venía una carta del juez con las siguientes palabras: “Padre, con tu sencillez y entrega, con tu dedicación y caridad, lograste transformar la injusticia en un tiempo valioso para ti y para los que compartieron el camino contigo. Gracias porque nos mostraste que, a pesar de los muros y las barras que nos aíslan, existen seres humanos capaces de conservar su libertad, a pesar del barro que te cayó encima desplegaste tus alas y volaste, tu alma no conoció la prisión, se mantuvo libre ante la calumnia y la injusticia”. Dice Aldous Huxley, “lo que eres depende de tres factores: lo que heredaste, lo que el entorno hizo de ti, y lo que has hecho de tu entorno y de tu herencia con tu libre elección. Sigmund Freud nos señalo que, en lo profundo están las fuerzas más sorprendentes que pueden acompañar a un ser humano en la realización de su destino. Muchos autores insisten en señalar que, el 97% de nuestras actividades están acompañadas y dirigidas por el inconsciente. En el inconsciente está el manantial de donde brota la riqueza de nuestro ser. En el inconsciente habita una fuerza superior que funciona como sentido de equilibrio en la humanidad. Esa fuerza trasciende la moral y la ética porque es la que vigila  que no caigamos. En otras palabras, se asegura de nuestro bien. San Pablo reconoce esa fuerza cuando dice: “para los que aman a Dios, todo ocurre para su bien”. El apóstol pone una condición para entrar en conexión con esa fuerza y su poder: “amar a Dios, amar la vida”. He visto que, para el que ama la vida y honra a Dios no hay dificultad ni obstáculo que le impida avanzar.  El objetivo final de esa fuerza, como dice el apóstol San Pablo y el “curso de milagros” es, permitirnos experimentar que nuestra realidad última y definitiva es ser hijos de Dios. Quien ante Dios se siente su hijo va por la vida con la certeza de que nada ni nadie podrá hacerle daño....

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