¿En quien podemos confiar?
Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

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Todo queremos alcanzar en éxito en nuestra vida. Sin embargo, nos vamos dando cuenta cada día que, no bastan las buenas intenciones, ni las programaciones, ni los entrenamientos. Lo anterior, nos prepara y nos dispone pero no es un símbolo de garantía. El evangelio de Lucas 5,1-11 nos da cuenta de lo siguiente: los discípulos han pasado toda la noche pescando. La tarea ha sido ardua e infructuosa. Jesús aparece, les da la orden de ir mar adentro y tirar las redes. Pedro reacciona en dos momentos: en el primer momento le hace ver a Jesús que han tenido una jornada intensa, larga e infructuosa. Además de haber sido el tiempo ideal. Sé que la gente dedicada a la pesca lo hace de noche mucho más que de día. En el segundo momento, Pedro le dice, voy a confiar en lo que tú dices. El resultado que obtienen es abrumador, las redes están apunto de romperse y la barca de hundirse. Si nos apegamos al texto, de manera literal, podemos decir: “el Éxito es el resultado de la confianza en una fuerza mayor que ordena, guía, acompaña, anima y nos reta: “ir mar adentro”. El Éxito es, en este caso concreto, que nos presenta el Evangelio, el resultado de la decisión de confiar. Nuestra vida esta relacionada con las decisiones que tomamos. En el proceso de toma de decisiones entra en juego: lo instintivo, lo intuitivo, lo emocional, lo racional y lo espiritual. Uno de estos elementos al ser ignorado puede convertirse en el saboteador de nuestro proceso. Eso sin contar, con los contenidos que guardamos en el inconsciente en relación con lo que deseamos. Recordemos que el inconsciente tiene un programa de protección y, si advierte que lo deseado es peligroso para nuestra supervivencia, sabotea. En nuestro sistema de creencias hay contenidos que muestran como peligrosos ciertos logros. Por ejemplo, en una ocasión, escuche a una persona decir: “¡qué pereza la gente rica! Por eso no tengo dinero, los ricos son prepotentes y la gente prepotente se queda sola”. Como se dice en psicología transgeneracional: la gente se queda sola por prepotente no por adinerada. Sin embargo, esta construcción nos revela una confesión; es decir algo paso en la familia de esta persona con un miembro que, al conseguir dinero se volvió prepotente y se alejó de todos hasta el punto de morir solo. Esta creencia domina hasta el punto de no desear el dinero. Así sucede, en multitud de situaciones de la vida cotidiana. En la vida hay decisiones que se pueden evitar y otras no. Las decisiones inevitables están relacionadas directamente con el destino que tiene como una de sus características principales que la ineludibilidad. Quien lucha contra el destino, lo hace contra si mismo y las consecuencias son inevitables. Cuando pagamos un buen precio solo vemos desmoronarse la vida familiar. A veces, en nuestra vida suceden cosas que nos hacen sentir castigados. Cuando esto sucede, tenemos qué preguntarnos: ¿En qué me estoy traicionando a mí mismo? ¿Qué estoy anteponiendo a mi destino para satisfacer exclusivamente las demandas del Ego? ¿A quién estoy intentando complacer u ofrecerle mi sacrificio? He aprendido que Dios no nos castiga por nuestras decisiones pero que respeta el sufrimiento que la terquedad, la autocomplacencia, el egoísmo y la irresponsabilidad trajeron a nuestra vida. Solo si estamos con el agua al cuello Dios interviene; de lo contrario, nos deja luchar porque nos trata como adultos. Dios confía en nosotros más de lo que nosotros confiamos en nosotros mismos. Detrás de una reacción airada siempre hay una decisión equivocada. ¿Qué quiere decir eso? Que estamos defendiendo una causa imposible. A veces, iniciamos una relación, un negocio, una aventura sin detenernos a pensar mucho, sin medir los alcances o, ignorando el consejo de los que nos rodean y dicen: ¡no va a funcionar! La mayoría de las veces, cuando estas cosas ocurren es, porque estamos siendo empujados por una fuerza diferente a la sensatez.