Hoy, comienzo una nueva vida
Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

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Hace poco, escuche el testimonio de una mujer que había sido sometida durante varios años a vejámenes de todo tipo por parte de los paramilitares de la zona, donde ella vivía. Narró cómo presenció empalamientos de personas, mutilaciones y violaciones. E hizo la siguiente afirmación: “durante años, me dediqué a cobrarle a todos los hombres que se presentaban en mi vida el dolor y humillación que había experimentado. Un día, dijo, entendí que no podía cobrarle a todos lo que había hecho un solo hombre. Desde ese entonces, mi relación de pareja se hizo estable y dejé de ir de relación en relación. La inestabilidad en las relaciones, sin darme cuenta, me hacía revivir la experiencia donde estaba obligada a estar con uno y otro hombre. Dejé de repetir el día que reconocí que mi agresor era uno solo. Con el paso del tiempo aprendí a mirar con otros ojos aquella experiencia dolorosa y, un día, casi sin darme cuenta empecé a sentir compasión por mi agresor, también ese mismo día sentí que comenzaba una nueva vida”. Hoy, esta mujer es defensora de los derechos de la mujer. Uno de los retos más grandes que tiene toda víctima, delante de sus ojos es, convertirse en maestro antes que, en victimario. La reconciliación consigo mismo pasa por poner al servicio de los demás, para que tengan una vida diferente, los aprendizajes que dejan las experiencias dolorosas vividas. Tengamos presente que, Quirón, el centauro herido inocentemente, buscando sanarse a sí mismo, descubrió la medicina. Todo esfuerzo por sanarnos, cuando es auténtico, se convierte en servicio a los demás. De esta manera, se entiende que, quien sufrió una obesidad mórbida hoy sea dueño de un restaurante de comida saludable. La reconciliación nos conduce a convertir en un manantial de vida nuestro dolor. Sólo así experimentamos la salvación y podemos decir, como dice la liturgia cristiana: ¡Oh Cruz, trajiste la salvación del mundo! ¿Cuál es la salvación del mundo? Cuando los fariseos, escribas y doctores de la Ley condenan a muerte a Jesús, el Hijo de Dios, cometen una grave falta. La Cruz es la condena y muerte de un inocente. Dios, si hubiera actuado como Juez, tendría que haber dictado una sentencia de condena sobre el mundo. Ahora, nuestro inconsciente colectivo, no sólo cargaría con la creencia: “no necesitamos a Dios para vivir, podemos hacerlo solo” sino también con el peso de ser culpables por haber dado muerte al inocente, al que ama, al que sirve, al que hace las cosas diferente. El perdón es la salvación del mundo; después de la encarnación del Hijo de Dios, el perdón es el mayor regalo que Dios ofrece al mundo. El Ego es el que nos mantiene en la ofensa y el afán de vengarnos. Mientras nos aferremos a la “importancia personal” muchas de nuestras acciones estarán más al servicio del poder que en la búsqueda de soluciones. El perdón es la herramienta que utiliza el Espíritu Santo para despejar nuestra mente y hacer posible la reconciliación y el perdón. Dice un autor: “el perdón se caracteriza por una actitud de completa indefensión en quien lo practica. Es una renuncia al ataque como consecuencia de reconocer que el pecado es la mayor expresión de nuestra inconsciencia”. Las personas inconscientes actúan creyéndose inocentes, ponen la culpa y responsabilidad en el otro, desconocen su responsabilidad y se sienten víctimas cuando, en realidad, son victimarios. Las ilusiones que el Ego crea para perpetrar la creencia en la separación, en la superioridad sobre los demás, en la creencia de nuestra inocencia ante las cosas que hacemos e infringen dolor a los otros son disueltas por la acción del Espíritu Santo. Cuando nos habituamos a perdonar perpetuamos la presunción de culpabilidad.