La fortaleza la encuentro en Dios

Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

En el libro del profeta Isaías (65,17-21) está la siguiente promesa: “Esto dice el Señor: Mirad: voy a crear un nuevo cielo y una nueva tierra: de las cosas pasadas ni habrá recuerdo ni vendrá pensamiento. Regocijaos, alegraos por siempre”. El Señor, a través del profeta, anuncia la llegada de un tiempo diferente donde el dolor será superado y convertido en Alegría.  A medida, que la vida ha ido pasando he podido ir aprendiendo lo siguiente: la vida está llena de situaciones que no podemos controlar y, mucho menos, cambiar. Algunas de esas cosas son fuente de alegría y, otras, de un sufrimiento enorme. Tanto las unas como las otras dependen de mi visión de la vida. La forma cómo miro la vida resulta fundamental para vivir con alegría o, sumido en la tristeza.  Lo anterior, me resultaba difícil de comprender hasta que lo pude aprender en el Curso de Milagros. En la vida religiosa siempre escuché hablar de la necesidad de mirar espiritual y teologalmente todas y cada una de los situaciones por las que atravesamos. En otras palabras, adquirir la visión espiritual de la vida, descubrir el paso de salvador de Dios por nuestra historia. Muchas veces, escuché decir: “lo que nos pasa no es voluntad de Dios pero puedo descubrir la voluntad de Dios en lo que sucede”. El curso de Milagros dice: “la verdadera visión es la percepción natural de las cosas que suceden así como suceden.  La visión espiritual es la corrección antes que un hecho”. Cuando ocurren cosas en nuestra vida: la muerte de un ser querido, un desastre natural, las dificultades en la vida de pareja, familiar o, laboral, entre otras, el Ego nos dice que lo ocurrido no tenía porque pasarnos a nosotros. De esta forma, nos pone a la defensiva y suscita pensamientos de ataque en nosotros. El Ego nos induce a creer, por un lado, que nada que nos robe la paz tiene que suceder y, por otro, si nos sucede es porque el mal nos está atacando y no hay razón de ser porque somos buenos. De esta forma, nos mantiene en un vaivén donde la solución y el camino hacia la paz se vuelve tortuoso. Según el Ego es preferible el conflicto antes que la paz. Es curioso, pero muchas personas que conozco se sienten más seguras de sí mismo creando conflicto que aportando soluciones y lo más grave es: viene convencidos de su bondad. Sigue enseñando el curso de milagros: “la visión espiritual es simbólica, y, por lo tanto, no es un instrumento de conocimiento. Es, no obstante, un medio de percepción correcta, lo cual la sitúa dentro del propio ámbito del milagro”.  Cuando nos dejamos guiar por Dios y permitimos la corrección de nuestra lectura de los hechos empieza a suceder cosas que, de otra forma, era imposible que llegaran a suceder. Por ejemplo: “una mujer guarda un profundo rencor por su padre a causa de la separación de la madre. Ella se pregunta una y otra vez: ¿cómo es posible que un padre se olvide de sus hijos? Cada vez está más llena de resentimiento. La madre siempre les ha dicho que su papá no sirve para nada. Un día, descubre que el día de la separación, la mujer le dijo al hombre que si lo vivía a ver lo mandaba a la cárcel, el hombre se llena de temor y huye. Ese día, la mujer comprende lo que sucede y el rencor se convierte en tristeza y compasión. Este es el milagro. Una visión correcta de las cosas permite el milagro y, también, nos ayuda a mirar de modo diferente la vida. La percepción está más ligada a la experiencia que al saber. Cuando miramos la vida desde lo que sabemos, por muy acertado que sea el diagnostico; finalmente, nos vamos a dar cuenta que estábamos equivocados. 

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