Liberarnos del peso del pasado

Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

Anthony de Mello, sacerdote Jesuita, maestro y escritor espiritual dice: “El dolor no es inaguantable, lo inaguantable es tener el cuerpo aquí y la mente en el pasado y en el futuro”. La vida espiritual exige, como primera etapa de crecimiento, la purificación de la memoria. Este proceso consiste en liberarse de los recuerdos dolorosos que han acompañado nuestra vida desde la infancia. El peso del pasado se vuelve una carga que impide avanzar con alegría y libertad La carga dolorosa son, dice el curso de milagros, todos los pensamientos de culpa, de dolor, de tristeza, de ira, de enojo, de falta de perdón. Todos estos pensamientos no son más que obstáculos para poder ser partícipes del milagro. Mientas estemos aferrados a ellos, la vida espiritual y humana permanece estancada. La inmadurez, entendida como incapacidad de resolver asertivamente los conflictos, nos acompaña y, si nos descuidamos, se convierte en un patrón de conducta. La espiritualidad, especialmente, nos enseña que, el pasado no puede cambiarse, por más bueno o doloroso que haya sido. Lo que si podemos hacer es cambiar nuestra actitud respecto a el y tomar de este lo que nos haga más fuertes. Dice un autor: “Vivir atrapados en el pasado es elegir morir en el presente y negarnos la posibilidad de un mejor futuro”. Cuando nos quedamos atrapados en el pasado terminamos creyendo que es el único tiempo que existe. Lo anterior, no es más que un engaño y, lo es, precisamente, porque los dos únicos tiempos que no existen son el pasado y el futuro. Pretender que el pasado sea el tiempo eterno es querer condenarnos a la amargura y el sinsentido. La primera etapa de la vida espiritual se llama Purgativa. Consiste en, purificar las pasiones, los sentidos internos y externos y, de manera especial, la memoria. El fin de esta etapa es orientar todo hacia Dios para que en Él podamos encontrar las fuerzas que dan sentido a nuestra existencia haciéndola más humana, compasiva y amorosa. El objetivo lo podemos alcanzar cuando aprendemos a mirar de manera diferente los acontecimientos que han rodeado nuestra vida cargándola de dolor y sufrimiento. En la medida que, nos liberemos del dolor también estaremos protegidos del mal. Como dice san Ignacio de Loyola: “el mal cabalga sobre nuestras heridas afectivas”. El amor y la reconciliación nos vuelven inmunes al mal.  Arturo García, psicólogo, dice: “el dolor, la venganza, los rencores, los remordimientos, y otras muchas culpas terminan por hacernos esclavos. Cuantas veces hemos oído decir a las personas que no son felices porque siguen arrastrando su pasado y al tener conductas negativas lo atribuyen a que su papá no las quería, no se casaron con el hombre de sus sueños, son la más pequeña o la mayor de la familia etc.  Si el pasado nos lastima y continuamos  sufriendo  es mejor cerrar la página y seguir adelante; en cambio si lo que viviste te da alegría y fortaleza construye sobre ellos el presente y, a partir de ahí, elige el futuro que deseas tener”. San Efrén describe con frecuencia la vida espiritual como un combate. Enseña que, para orientarnos hacia Dios es necesario purificarnos de nuestras pasiones: lujuria, envidia, gula, orgullo, entre otras, liberarnos de las afecciones desordenadas y reconciliarnos con el pasado que nos llena de culpa impidiéndonos ver la acción de Dios en nuestra vida. Insiste, difícilmente una persona podrá sentirse llena del Espíritu Santo cuando su corazón, su memoria y su voluntad están ocupadas en pensamientos de ataque, de venganza y de rencor. Si bien el Espíritu Santo actúa donde quiere y sobre quien quiere, resulta difícil que, quien no se ha preparado para ver el Espíritu Santo, lo vea.

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