Mi santidad bendice el mundo

Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

Facundo Cabral en una de sus intervenciones cuenta que, en una ocasión se encontró con la Madre Teresa de Calcuta. De inmediato, sintió la fuerza que emanaba de su presencia. Dice: entramos en un bar, estaba lleno de gente, había mucho ruido, cuando atravesó la puerta, apagaron la música, la gente hizo silencio y empezó a hacerse la señal de la Cruz. Añade Facundo Cabral, “era tal la fuerza de su sencillez, de su ternura, de su amabilidad que nadie dudaba que fuera una mujer de llena de Dios”. Recordé que había leído un texto biográfico donde se contaba, más o menos, lo siguiente: “mi tarea no consiste en curar a los leprosos, en nuestra cultura la lepra es la expresión de un karma, pretender curar a una persona de la lepra es humillante porque es impedirle que haga su proceso de purificación espiritual. Mucha gente mira al leproso y dice: tiene un karma y se está purificando, pasan de lado con un profundo respeto y, también con temor. Cuando abrazo a un leproso, recuerdo a Cristo padeciendo en la Cruz y salvando al mundo entonces, me digo: no puedo bajar a Cristo de la Cruz porque impediría la salvación del mundo pero si puedo abrazar su dolor, mostrarle mi ternura y sentir compasión. El leproso encuentra en mi amor la fuerza para ir adelante con su destino y, en algunas ocasiones, la fuerza para liberarse de la muerte porque no era su destino sino ajeno”. La santidad, que no es otra cosa que estar llenos de Dios, consiste en una visión correcta de la vida y de todo lo que ella contiene. Cada vez que hago el esfuerzo por mirar los conflictos de cada día descubro que nos distanciamos, enojamos, separamos por cosas que, en realidad, a la hora de la muerte no valen la pena. Por ejemplo, somos capaces de quedarnos sin hablar porque alguien dió una opinión que no nos gusto o, no nos convenía para un determinado propósito. Nos volvemos enemigos porque no somos del mismo partido político, hinchas del mismo equipo de futbol, porque no vamos a la misma iglesia o, no tenemos la misma ideología. Finalmente, nada de eso contribuye al bienestar del mundo y a que haya más humanidad. Al contrario, genera más dolor. Ese curioso, la forma e intensidad con la que el mundo espera de cada uno de nosotros el sacrificio. A menudo, en las relaciones se está a la espera de que el otro haga esfuerzos por demostrarnos el amor y si es en contra de su ser, de sus necesidades, mejor. A diario encuentro situaciones donde se pide, inocentemente, que el otro se sacrifique por los demás. Por ejemplo, los padres que piden a sus hijos que estudien determinadas carreras, sin ser de su interés, para mantener vigente la empresa familiar. Los que rompen su matrimonio y dejan su familia porque sus padres les han dicho que su responsabilidad es cuidar de ellos, los que dejan el amor de su vida porque sus padres se lo exigieron. Esto último, me impresiono porque estaba convencido que a estas alturas de la vida no se daban estas cosas.  También están los que piden a su pareja trabajar más, hasta el agotamiento, para que puedan llevar una estilo de vida acorde a las expectativas del estrato social en el que viven, los que piden que se renuncie a la forma de ser para ser aceptados, entre otras. La santidad corrige las formas distorsionadas de vivir. Ella mira a la plenitud de la vida y la libera de las distorsiones a las que el Ego la somete. Muchos están convencidos que la mejor forma de vivir es, devolviendo el mal a quienes les han echo algún daño.  Otros, predican que, quien no aprovecha la oportunidad o, es tonto o, sin educación. También está la idea de quien cometió un error o equivocación debe pagar y merece ser castigo. La misericordia, cuando se trata de los demás, se ve como debilidad. Ahí es, cuando para no parecer débiles ante las equivocaciones de los hijos, se llega a pagar para que se olvide lo sucedido.

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