Mis pensamientos crean el mundo que percibo
Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

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Una persona contó la siguiente historia: “durante muchos años creí que la única personalidad interesante que había en mi familia era la de mi hermano. A mis ocho años, tuve la oportunidad de ir a una obra de teatro donde actuaba mi hermano. La gente se reía mucho y lo aplaudía. Una persona, que estaba junto a mí, hizo el siguiente comentario: “que ser tan especial, debe ser muy lindo tener un hermano así o, estar cerca de una persona tan maravillosa”. Desde entonces, dice nuestro interlocutor, me di a la tarea de ser como mi hermano. me convencí que la única vida valiosa era la de él. El protagonista de nuestra historia contó como se había hecho profesional igual que su hermano. Durante 25 años no hice otra coso que, vivir como mi hermano, cada día esperaba que alguien me dijera: “eres especial, me encanta estar a tu lado, eres un ser maravilloso”. Después de un rato dijo con tristeza: paso mucho tiempo y nunca encontré las palabras que anhelaba escuchar. Por el contrario, le resultaba aburrido y pesado a la gente. Comencé a enfermarme, comentó. Me llamó la atención cuando dijo: “todo el tiempo sentí que estaba viviendo una vida ajena”. Un día, decidí buscarme a mí mismo, hice cambios radicales en mi vida. Desde entonces, cuando comencé a ser yo mismo, empecé a escuchar las palabras anheladas. Después de un rato de meditar esta historia encontré lo siguiente: “un pensamiento insignificante crea un mundo insignificante”. ¿Por qué digo una pensamiento insignificante? Las personas que, en la obra de teatro se expresaron como lo hicieron, no tenían presente en su corazón, sin lugar a dudas, el drama que iba a crear a partir de sus palabras. ¿Por qué digo que una vida sin significado? Vivir sintiendo que se esta viendo una vida ajena es un drama muy doloroso. La única vida que tiene sentido vivir es la propia. El mundo que vivimos es el mundo creado por nuestros pensamientos. La forma como valoro lo que vivo genera un tipo de emoción que resuenan en el campo cuántico y atrae lo semejante. En nuestra vida está lo semejante a la resonancia que nuestras emociones han creado en el campo cuántico. Cuando nuestro interlocutor experimenta que su vida no tiene significado porque nadie ha dicho: “es lindo estar con un ser tan divertido, tan maravilloso como tú” crea un mundo que corresponde a la emoción que guarda en su corazón. Una emoción generada por un pensamiento sin sentido atrae lo que llena la vida de ese sin-sentido. Un curso de espiritualidad enseña: “ante cualquier situación que estemos experimentando, entender, que lo que nos muestra el mundo es una ilusión proyectada desde nuestros pensamientos, igualmente, ilusorios, nos permitirá liberarnos del miedo, de la culpa, del castigo, del dolor, del sufrimiento, del conflicto, de la enfermedad, de la muerte”. En la espiritualidad monacal antigua se dice: “cuida tu mente y tu corazón de pensamientos necios para que no sean éstos los que den forma a tu vida y tus comportamientos terminen mostrando alejado que estás del Señor tu Dios”. El salmista dice: tu Palabra es la lámpara que guía mis pasos”. En otra ocasión dice: “en mi corazón guardo tu palabra y meditando tus decretos camino seguro en tu presencia porque en Ti está La Luz que guía mi vida”. Un amigo escribe: “después de una profunda reflexión me doy cuenta que mi vida gravita en el desamor”. Hace años aprendí que, una forma equivocada de pensar nos lleva a maneras equivocadas de vivir y de actuar. Si una meditación nos conduce al desamor, a la tristeza y a la soledad es porque la meditación ha estado inspirada por un espíritu contrario al Espíritu de Dios. En otras palabras, se ha estado mirando la vida con una mente errada que no se deja iluminar por el Amor. Donde se mira amorosamente se ve diferente, se vive de otra manera...