¿Quién nos puede dar lo que nos falta?
Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

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Nuestra vida adulta está habitada por una multitud de reclamos. La cotidianidad de muchas personas transcurre en medio de reproches. Muchos, cuando se acuerdan de su infancia sienten que, “algo quedo faltando”. Cuando este sentimiento se vuelve incontrolable, la “falta se convierte en síntoma. Es decir, una queja permanente sobre la vida y los demás. El reproche es la vía por medio de la cual la sensación de falta toma fuerza en nuestra vida y nuestra alma. De esta forma, nos definimos, según dice el psicoanálisis, como seres en falta. Mientras más nos aferramos al reproche más crece la sensación de vacío y ésta da origen a un sentimiento profundo de pérdida; de ahí, nace el dolor y la angustia. El alma llega a decirse a sí misma: “algo me fue arrebatado y, si eso sucedió, fue por mi culpa”. El sentimiento de pérdida se apodera de nosotros y andamos aferrados a los demás y a las cosas buscando sin cesar sanar esa herida que nos agobia, vuelve incierta nuestra existencia y, sobretodo, nos oscurece el alma. Algunos autores dicen: “el paraíso no es otra cosa que la sensación de pérdida que habita en el ser humano. Cuando el ser humano se conecta con su vulnerabilidad siente que alguien, cuando él estaba dormido, le arrebato la fuerza y, por ende, la vida, la abundancia, la completud y la felicidad. La angustia ante nosotros mismos nos hace creer que nos hicieron daño. Desde este lugar, le imponemos a los demás la tarea de hacernos felices. Cuando aceptamos que estamos en la vida del otro para hacerlo feliz nos estamos dejando imponer responsabilidad que no nos corresponde y que terminara convirtiéndose en una gran culpa. Aceptar ser los responsables del vacío, de la desconexión emocional del otro, sentirnos culpable por vivir nuestra vida, en lugar de estar cuidando el síntoma del otro, nos mete en una dinámica lo suficientemente oscura como para asumir que, al otro le falta fuerza para asumirse. Quien acepta que el dolor que produce en el alma la desconexión consigo mismo es responsabilidad de él y no del otro está adquiriendo una deuda tan grande que nunca habrá recursos suficientes para pagarla. El otro, que está a la espera de nuestra respuesta a sus demandas, aprovechará la confusión, para alimentar, el sentimiento de insuficiencia. Quien promete tomarse en serio la felicidad del otro terminara experimentando que ningún esfuerzo ni entrega serán suficientes. Quienes andan por la vida, dice otro autor, buscando la felicidad, están conectados con la ausencia y desconectados de sí mismos. Muchos, viven esperando recibir algo que consideran les fue arrebatado e ignoran que, estando nuestro origen en Dios, somos seres completos. El vacío es la trampa del Ego para ejercer su gobierno; en ocasiones, su tiranía. Cuando nos separo de alguien con la excusa: “no soy feliz a tu lado, contigo no me siento llena”; en realidad lo hace, arrastrado por la desconexión consigo mismo. Nadie nos puede dar, lo que habita en nosotros. Dice la canción ¿Quien? Del cantautor Luis Guitarra: “en lo profundo, no hay nada que sea sorprendente. Bajamos con poca frecuencia. Nos distanciamos de nuestro fondo, nos olvidamos del sentido de la vida, de nuestro barro y acumulamos distancia, rutina y un montón de cosas, algunas sin sentido, en las que creer. Nos llenamos de vanidades, superficiales e ilusiones sobre el amor”. Alejados de nuestro ser profundo nos olvidamos del misterio y no sabemos quien es el que da o recibe cuando nos besamos. Nos olvidamos que todo lo dado es recibido. Cuando visitamos lo profundo, sabemos que nada nos falta porque todo nos fue dado y lo que, con tanto ahínco reclamamos, en realidad es, la llamada de la vida para que seamos los primeros en entregarlo....