¿Quién soy realmente?
Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

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Le preguntaron a Jesús: ¿quien eres? Jesús, le preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo? ¿Quien dicen ustedes quién soy yo? Cada vez que hacemos la pregunta por la identidad también la hacemos por la Fuente de donde provenimos. Así que, cuando logramos establecer el Origen también definimos la identidad. Esta semana, conocí una mujer que se negaba a aceptar las cosas que formaban parte de su ser y tenían su origen en el Padre. Cada vez encuentro un número mayor de personas que, reconocen las grandes cosas que provienen de la madre y expresan una gran dificultad para ver lo que tienen de su padre. El padre y la madre han sido necesarios para engendrar la nueva vida, sin el reconocimiento de esta unión, vivimos fragmentados. Cuando negamos al padre o a la madre terminamos definiéndonos por los atributos del Ego. Curiosamente, el Ego no puede engendrarnos, así que, los atributos que nos damos a nosotros mismos, cuando rechazamos a uno de nuestros padres, solo existen en nuestra imaginación. Lo que existe en nuestra imaginación no es real y tampoco verdadero. Algunos de los problemas mentales, anímicos y espirituales que padecen muchas personas tienen su origen en la lucha interior que despierta la identificación con el Ego como la fuente que da origen y sentido a nuestro ser. Una falsa percepción de nuestro origen da como resultado una falsa identidad y, en consecuencia, una relación difícil con la vida. La forma como nos vemos a nosotros mismos es determinante para nuestro desempeño en la vida, en las relaciones y en el logro de nuestros objetivos. ¿Cómo me veo a mí mismo? Me veo a mí mismo como alguien del que otros abusan, como alguien que está deprimido, como un fracaso., como alguien que está en peligro, como un inútil, como un vencedor, como un perdedor, como una persona caritativa, como una persona virtuosa. Lo que decimos de nosotros mismos termina definiendo el rumbo o de nuestra existencia y, por que no, nuestra salud mental y espiritual. Muchas cosas cambian cuando cambiamos la percepción de quienes somos. Una de las lecciones del curso de milagros nos enseña: “el uso que el ego hace de la mente, nos lleva a creer en pensamientos que nos aportan una determinada identidad. Podemos pensar que somos unos inútiles y con ello estamos fabricando circunstancias externas que nos darán motivos para justificar ese pensamiento, o, por el contrario, podemos pensar que somos genios, y en la misma medida, estaremos favoreciendo el encuentro con circunstancias que nos hagan justificar esa visión de nosotros mismos” Nuestra esencia la encontramos en la relación con Dios. Cuando reconocemos nuestro origen en Dios entonces, sabemos que somos semejantes a Él y, en consecuencia, nuestro destino es ser como Él. Dice la doxología final de la plegaria Eucarística: “Por Él, con El y en Él. Estamos unidos a Dios, ahí esta el misterio escondido de nuestra existencia. Nuestra felicidad está en Dios y ésta “no procede del exterior, pues ese exterior tiene los días contados. La felicidad es la actitud interna con la que se vive la vida. Esa felicidad no está en manos de los demás, sino de nuestro empoderamiento, es decir, de nuestra elección consciente, al reconocernos Hijos de Dios”. Termino con estas palabras de José Luis Martín Descalzo: “vivir es hacer vivir. Hay que crear otras felicidades para ser feliz. Hay que regalar mucho para estar lleno. En cambio, ¡qué infecundo es nuestro egoísmo, que nada producimos cuando nos encerramos en nosotros mismos! Claudel hablaba, con frase tremenda pero certísima, de la quietud incestuosa de la criatura replegada sobre si misma.