Soy santo como Dios es santo
Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

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Dentro del proceso que llevamos desde hace días de aprender a mirar correctamente las cosas, de mirar la vida con los ojos de Dios y guiados por el Espíritu Santo que nos hace ver las cosas como son. Hoy, nos encontramos con el llamado a la santidad. Santo es aquel que se ve a sí mismo y a todo lo que le rodea con los ojos mismos de Dios. “Mi amigo me tenía totalmente asombrado. Estaba decidido a demostrar a toda la vecindad lo santo que era. Incluso se había puesto un ropaje adecuado a dicho propósito. Yo siempre había creído que cuando un hombre es auténticamente santo, resulta evidente para los demás, sin necesidad de ayudarles a que lo vean. Pero mi amigo estaba determinado a proporcionar esta ayuda a sus vecinos. Llegó incluso a organizar un pequeño grupo de discípulos que demostraran ante todo el mundo esa pretendida santidad. Lo llamaban dar testimonio. Al pasar por el estanque, vi un loto en flor e instintivamente le dije: ¡Qué hermoso eres, querido loto! ¡Y qué hermoso debe de ser Dios, que te ha creado!. El loto se ruborizó, porque jamás había tenido la menor conciencia de su gran hermosura. Pero le encantó que Dios fuera glorificado. Era mucho más hermoso por el hecho de ser tan inconsciente de su belleza. Y me atraía irresistiblemente porque en modo alguno pretendía impresionarme. En otro estanque situado un poco más allá pude ver cómo otro loto desplegaba sus pétalos ante mí con absoluto descaro y me decía: Fíjate en mi belleza y glorifica a mi Hacedor. Y me marché con mal sabor de boca. Cuando trato de edificar, estoy tratando de impresionar a los demás. ¡Cuidado con el fariseo bienintencionado! (Anthony de Mello) Desde la visión del ego, la condición de santidad está vinculada en exclusividad hacia las personas que, por su comportamiento de entrega y abnegación, han llevado una vida de servicio y, lo que es más importante, de impecabilidad. La santidad es sinónimo de pureza. Esos personajes santos se han convertido en referentes para todos aquellos que se desvinculan del apego material y que se abren a una nueva consciencia donde se percibe a los hombre formando parte de una misma Filiación. En el Core se enseña el peligro de la autoimagen idealizada. Las personas con una autoimagen idealizada construyen una falsa percepción de sí mismos y de todo lo que les rodea. La santidad, en muchas personas, es una pseudosolución a los conflictos que desgarran su alma. De hecho, las personas con mayor afán de santidad son atacadas duramente por su sombra. En la mayoría de los casos, detrás de una persona excesivamente piadosa y aferrada a Dios hay un alma cargando con un gran sufrimiento. Según el Core, estas personas no viven desde lo que son sino desde lo que anhelan o, creen que pueden llegar a ser. Para evitar que la falacia sea descubierta, esas tendencias se incorporan a la autoimagen idealizada. Así logran creer que esas tendencia son prueba de su bondad, de su santidad y de su falta de generosidad. Cuando se sacrifican lo hacen para sentirse orgullosos de su capacidad para sacrificarse generosamente. Como son orgullosos de su modestia, nunca dicen tener conocimientos, logros ni fuerza. Así es como tratan de forzar a los otros a sentir amor por ellos y a protegerlos. Hay muchos, muchos aspectos de esta pseudosolución. No es fácil detectarlos pues estas actitudes están profundamente incrustadas en la persona y parecen haberse convertido en parte de su naturaleza amorosa. Más aún, a menudo pueden ser racionalizados y considerados como necesidades reales. Por último, siempre son frustradas por las tendencias opuestas de otras pseudosoluciones que también están siempre presentes en el alma, aunque no sean predominantes.