Superar la negatividad emocional

Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

Constantemente nos preguntamos: ¿cómo sé que estoy tomando una buena decisión? una persona escribe: “sé que el día que tome la decisión de separarme de mi esposo estaba aturdida, llena de ira y, sobretodo, ofuscada por las opiniones tan contrarias de las personas a las que consultaba el tema”. La ofuscación, la ira, la soledad, la crisis, entre otras, no son buenas consejeras. Tomar decisiones porque otro, ejerciendo su influencia, nos dice lo que tenemos que hacer, resulta algo doloroso. Esta semana publicaron una frase de Enric Corbera: “nuestros consejos son la expresión de nuestras necesidades”. Hace algún tiempo, llegó a consulta una mujer y me decía: “por favor, que no se entere mi hermana de que vine aquí porque se enojaría mucho conmigo”. Esa mujer, en su corazón, en su mente, creía que su hermana era conocida por toda la ciudad y ejercía sobre los demás un domino semejante al que tenía sobre ella. Después de hacerle ver que, “no conozco a su hermana se tranquilizo y su nivel de ansiedad bajó enormemente”. Qué le preocupaba a esta mujer: su hermana le insistía que debía separarse de su esposo. Cuando le pregunté: ¿qué razón tiene tu hermana para decirte eso? La mujer contestó: “mi hermana dice que ese hombre no me conviene”. ¿Cómo alcanzó ella semejante certeza? Le pregunté. Ella dice que una mujer que hace terapia con seres superiores se lo dijo”. En ese momento, entendí de dónde provenía la ofuscación de esta mujer. En la toma de decisiones intervienen muchos aspectos. Entre todos, hay dos que ejercen una influencia especial. El primero es la emoción y, el segundo, la mentalidad, la forma de ver la vida. La emoción es nuestra reacción ante un estimulo. Cuando nuestra reacción es positiva nos ayuda a crecer y nos orienta hacia la vida; en cambio, cuando nuestra reacción es negativa nos paraliza y adentra en la angustia y la ansiedad. Dicha reacción está condicionada por la forma como percibimos el estímulo, aquí es donde interviene la mentalidad. Por mentalidad entendemos, “el conjunto de creencias y costumbres que conforman el modo de pensar, enjuiciar la realidad y actuar de un individuo o de una colectividad”. Nuestras emociones están sustentadas, apoyadas, en la mentalidad que nos domina. De ahí, la enorme dificultad que, a veces, se experimenta para tomar una decisión que nos dé la sensación de ir por el camino correcto. Dice un autor: “si queremos tener certeza sobre nuestras decisiones es, necesario tener en el horizonte, primero a Dios antes que a nosotros mismos”. Quien decide dejándose determinar por su propio interés y bienestar, con toda seguridad, termina equivocándose. Quien mira a Dios, el sentido de su vida, al amor que todo lo abarca, siempre tendrá la certeza de avanzar por un camino seguro. Lo primero produce incertidumbre y, lo segundo, milagros. Ante la multitud que lleva tres días con Jesús y se encuentra lejos de la casa y de los lugares donde se puede comprar algo de comer hay que tomar una decisión.  Para los discípulos la solución está en despedir a la gente para que vaya a sus casa. Jesús, en cambio, movido por la compasión, genera una solución diferente: el pan se multiplica. Las decisiones provocadas por un estímulo como la ira, la ofuscación, la tristeza, etc termina convirtiéndose en una forma de autoagresión. Recordemos: el daño que intento hacer a otros, no es más que, el daño que me hago a mí mismo. Cuando perdemos la capacidad de autoregularnos emocionalmente quedamos a merced de nuestros impulsos agresivos y éstos lo único que saben hacer es, mantener su supervivencia. En otras palabras, quien se deja arrastrar por la impulsividad queda atrapado en ella. Toda reacción y decisión impulsiva se vuelve contra nosotros...

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