Todo lo puedo en Aquél que me conforta

Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

En la serie de flash apareció hace algunos días un personaje que se llama Savitar. Este personaje representa al dios de la fuerza de la velocidad. ¿Qué es un savitar? Según la definición que da la serie es, los remanentes de energía que nuestras acciones dejan y que al pasar el tiempo se hacen presentes en nuestra vida amenazándonos con la destrucción.  En palabras corrientes, cuando se presenta una situación que exige respuestas de nuestra parte y encontramos la solución sacrificando algún aspecto de la personalidad o, del conflicto con el paso del tiempo éste aspecto se convierte en el futuro en lo que va amenazar la estabilidad de la solución encontrado. Todo lo que ignoramos de nuestra vida, con el paso del tiempo, termina amenazando nuestra estabilidad interior. El savitar es, la energía que permanece activa de todas las cosas que, en la búsqueda de una solución a un problema, son ignorados. El pensamiento sistémico se diferencia porque es un pensamiento circular antes que lineal. Dice la teoría del pensamiento sistémico: “todas las partes de un sistema están conectadas directa o indirectamente, de modo que al cambiar una de las partes el efecto se propaga a todas las demás, que experimentan un cambio y, a su vez, terminan afectando a la parte original. Entonces, la parte original responde a esa nueva influencia”. Según lo anterior, toda modificación que se hace en un aspecto de la vida afecta toda la vida.  La fuerza que un cambio produce se llama Bucle. Se cambia algo en nosotros y todas las partes de nuestro ser se ven afectadas. “Cuando dos partes están conectadas, la influencia se transmite en las dos direcciones igual que una línea de teléfono, del mismo modo que, llamamos por teléfono a un amigo, este amigo nos puede llamar a nosotros. Un bucle de retorno es la reacción que genera un sistema cuando se produce un cambio en él. Esa reacción puede ser una información o, un estímulo. La única forma de recibir la retroalimentación necesaria para dirigir nuestras acciones es mediante los sentidos: la vista, el tacto, el gusto, el olfato y el oido”. Para los que somos bautizados, las siguientes palabras del Concilio Vaticano II, van a cobrar mucho sentido: “todos estamos llamados a la santidad”. Dice un autor: “la santidad es, ni más ni menos, Dios que sale a nuestro encuentro, que se manifiesta, que se deja ver, que nos invita a entrar en su casa, que nos comparte su vida, que se dona”. El Concilio Vaticano II la presenta de la siguiente forma: “El divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos y cada uno de sus discípulos, cualquiera que fuese su condición, la santidad de vida, de la que El es iniciador y consumador: sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo (Mt 5, 48). Envió a todos el Espíritu Santo para que los mueva interiormente a amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas (cf. Mt 12,30) y a amarse mutuamente como Cristo les amó (cf. Jn 13,34; 15,12)” La santidad es reconocer que Dios sale a nuestro encuentro y nos mueve a sentir que somos sus hijos. Lo anterior, tiene la siguiente consecuencia en nuestra vida: “la santidad invierte todas las leyes del mundo. Está más allá de cualquier restricción de tiempo, espacio, distancia, así como de cualquier clase de límite. El poder de tu santidad es ilimitado porque te establece a ti como Hijo de Dios, en unión con la Mente de su Creador”. En otras palabras, cuando nos vemos como hijo de Dios también nos vemos liberados de los remanentes de energía que nuestras transformaciones van dejando a su paso. Quien ha mirado la vida dejándose llenar del amor incondicional y misericordioso de Dios no deja nada de lo que pueda sentirse culpable más adelante. En esto consiste la santidad: mirar todo como parte del camino que nos ha conducido hasta Dios.

Visit the podcast's native language site