Todo lo que existe tiene la voluntad amorosa del Creador
Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

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El cántico espiritual de san Juan de la Cruz nos cuenta que todas las cosas creadas tienen la voluntad amorosa de su Creador. “¡Oh bosques y espesuras, plantadas por la mano del amado! ¡Oh prado de verduras, de flores esmaltado, decid si por vosotros ha pasado! Mil gracias derramando, pasó por estos sotos con presura, y yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de hermosura”. Fuimos creados plena y perfectamente. El curso de milagros enseña: “debido a la semejanza que guardas con tu Creador eres creativo. Ningún Hijo de Dios puede perder esa facultad, ya que es inherente a lo que él es, pero puede usarla de forma inadecuada. El uso inadecuado de la esencia divina que habita en nosotros tiene lugar cuando crees que existe en ti alguna carencia o vacuidad, y que puedes suplirla con tus propias ideas, en lugar de hacerlo con la verdad”. El vacío que, a veces, acompaña nuestra vida es, en realidad, vacío de Dios, distanciamiento de Él y división interna dentro de nosotros mismos. Nada de lo que existe en nuestra mente puede cambiar la obra que Dios creó. Cuando, en lugar de asentir y agradecer, nos llenamos de reproches, nuestra mente intenta volver imperfecto, lo que en el corazón de Dios siempre ha sido perfecto. La mente cree que puede hacer que las cosas de Dios sean diferentes a cómo fueron creadas. El desagradecimiento nos llena de miedo, nos hace perder la confianza y sentir que estamos abandonados, separados de Dios. Las distorsiones que la mente crea nos orientan hacia el miedo y nos quitan la mirada de Dios. Aunque Dios creó todo antes de nuestra existencia, la mente se empeña en corregir las cosas como si fuera ella quien crea y el Creador su sirviente. Dios lo creó todo semejante a Ël y la creación lleva el esplendor de su creador como sello de garantía. Se descubre la bondad de la creación cuando se mira a Dios antes que así mismo. Todo esta lleno de Dios porque de Él procede, no podemos llevar otra impronta en nuestro ser que no sea la divina. El libre albedrío, tantas veces invocado por la mente errónea, no es otra cosa que la capacidad de reconocer que todas las cosas “están llenas de su hermosura”. El capitulo dos del Genesis nos dice: "Dijo Dios: no es bueno que el hombre esté solo. Le daré, pues, un ser semejante a él para que lo ayude. Entonces Dios hizo caer en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Le sacó una de sus costillas y rellenó el hueco con carne. De la costilla que Yavé había sacado al hombre, formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces el hombre exclamó: esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada varona porque del varón ha sido tomada. Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y pasan a ser una sola carne." La división del género humano es la expresión del sueño profundo en el que el hombre se encuentra. Como dice un autor: “la biblia dice que mientras el hombre dormía Dios hizo la mujer. Nunca dice que el hombre despertará de ese sueño. Los seres humanos somos diferentes en género e iguales en esencia”. La diferencia antes que separación es unidad. La rivalidad existente entre hombres y mujeres es la medida de la consciencia de separación. Al respecto, dice el curso de milagros: “el mundo no ha experimentado todavía ningún despertar o renacimiento completo. Un renacer así es imposible mientras sigas proyectando o creando falsamente. No obstante, la capacidad de extender tal como Dios te extendió su Espíritu permanece todavía dentro de ti. En realidad, ésta es tu única alternativa, pues se te dio el libre albedrío para que te deleitaras creando lo perfecto y contemplando la acción de Dios que amorosamente se recrea en todas las cosas” Cuando despertamos del sueño, donde existen la competencia y la rivalidad, tomamos consciencia de que todo está ordenado por el amor y que en el todas las cosas son perfectas.