Todos fuimos perdonados
Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

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En El Evangelio de Juan 11,45-53 escuchamos: "Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él. Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: ¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación. Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: ustedes no saben nada, ni caen en la cuenta que nos conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación. Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Desde este día, decidieron darle muerte. La relación de Jesús con las autoridades religiosas estuvo marcada desde el inicio por le conflicto. La predicación y actuación de Jesús se hacia, cada día, más amenazante. El pueblo estaba acostumbrado a escuchar hablar de un Dios- Juez, severo y castigador. El mundo, antes de Jesús, estaba dividido en buenos y malos. La Ley y sus administradores eran los que determinaban quien pertenecía al grupo de los buenos o, de los malos. Esa división había dado cohesión al pueblo durante muchos años. Cuando Jesús aparece en escena su visión comienza a ser diferente y amenazante. En la medida que se fomenta la separación también se mantiene el poder. Muchas personas confunden la religión con un conjunto de normas, doctrinas y ritos. Cuando escuchan hablar que la religión es manifestación y, por esa misma razón, reverencia y transformación, se quedan sin comprender de qué se está hablando. La religión es la respuesta del corazón humano a la manifestación de Dios y de su amor. El corazón de cada celebración es la manifestación del amor de Dios. Jesús revela que, lo profundo en el misterio de Dios, su esencia, es el amor. Un amor que une y reúne todo lo que está disperso y separado. En otras palabras, el amor de Dios es reconciliación. Así, dice una de las oraciones de la Iglesia: “Nunca te has apartado de nosotros, que muchas veces hemos quebrantado tu alianza, y por Jesucristo tu Hijo, nuestro Redentor, tan estrechamente te has unido a la familia humana con un nuevo vínculo de amor, que ya nada lo podrá romper”. El Ego es necesario para nuestro desarrollo personal. Como hemos dicho en otras ocasiones, el ego está al servicio de nuestro desarrollo personal, no es la Fuente de ese desarrollo. Cuando el Ego se atribuye a sí mismo ser la fuente, porque él mismo se confunde, entonces comienza a hacerle a cada hijo de Dios que cree en su superioridad lo siguiente: En primer lugar, inventa un mundo que nos crucifica constantemente en todo y finalmente nos mata. Suponemos que Dios está usando el mundo para crucificarnos por nuestros pecados. Sin embargo, somos nosotros los que soñamos el mundo y lo usamos para crucificarnos a nosotros mismos por nuestros pecados. Cuántas personas no se han pasado sufriendo creyendo que el mundo los está condenado por algo que hicieron y, sin embargo, el mundo nunca ha percibido lo que sucedió. Por ejemplo, la persona religiosa que al casarse por lo civil se aparta de todos y de todo porque se siente juzgada y condenada. Em segundo lugar, la crucifixión es interna, no externa. Es el estado de angustia que procede de nuestra culpa y del ego que intenta crucificar nuestro verdadero Ser, el hijo de Dios dentro de nosotros. La angustia, la ansiedad, la creencia en la soledad son instrumentos del Ego para que renunciemos a la tarea de ser nosotros mismos.