Una decisión sin discernimiento puede arruinar la obra del Espíritu Santo

Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

“Me levante, miré a mi esposa y le dije: “estoy cansado de esta relación, del tiempo que le dedicas al trabajo, tienes tiempo para todo y para todos menos para mí. Tomé mis cosas y me marché de la casa, no tenía rumbo definido, me registré en un hotel; ella solo guardo silencio, mis palabras la tomaron por sorpresa. Llevo un mes fuera de la casa, extraño mucho todo lo que tenía y había construido con mi esposa durante 22 años. La llamé, le pedí perdón y le dije: quiero regresar. Me escuchó en silencio. Después de un rato me dijo: no es posible, desde el día que te marchaste, decidí que ya no había marcha atrás, me cansé de tus reclamos injustificados, me duele, es hora de un nuevo comienzo para ti y para mí”. Así relataba un hombre el origen del drama que estaba viviendo. Fue el quien dijo: “una decisión tomada desde el impulso puede arruinar todo un proyecto de vida” “Asistí a una reunión de antiguos estudiantes del colegio, hacía 25 años que no nos veíamos, allí estaba la que había sido mi novia desde que estábamos en octavo grado, nos pusimos a conversar, nos fuimos animando y terminamos acostados, a la mañana siguiente regresé a casa, sin novedad. Pasaron tres meses y recibí una llamada, era mi compañera de estudio, me contó que llevaba tres meses de embarazo, me alegré y, después, entré en pánico. Cuando hice consciencia me di cuenta que aquella noche había transformado mi vida para siempre, no sabía qué hacer. Decidí enfrentar la situación, le conté a mi esposa. Después de escuchar, ella respondió: ese niño necesita un padre y esa mujer un compañero. Eso fue lo que elegiste cuando seguiste tus impulsos. Me las arreglaré para seguir adelante con nuestros dos hijos. Siempre tendrás un lugar en la casa como padre. Elegiste un nuevo lugar y perteneces más allá que aquí. Llevo un año conviviendo con la mamá de mi hijo, tenemos una buena relación, sin embargo, no hay día que no consideré lo radical que resultó para mi vida una acción sin discernimiento”. Hombres y mujeres que se quitan la vida porque no soportan más la angustia y la impotencia para hacer frente a situaciones difíciles son, lastimosamente, noticia en los periódicos. Personas que reaccionan y ponen en riesgo no sólo su propia vida sino también la de seres que aman profundamente las encontramos a diario. Personas que se han arruinado porque se dejaron arrastrar hacia abismos financieros por falta de discernimiento también existen. Personas que, sienten que la profesión que tienen y la labor que realizan les resulta una carga muy pesada y el precio emocional que pagan por mantenerse resulta muy alto también son actores de una camino emprendido sin discernir.  Tomar decisiones es una tarea que tenemos que hacer diariamente. Algunas, no afectan nuestra vida ni la transforman radicalmente; en cambio, otras nos definen el rumbo del destino y nos pueden llegar a transformar radicalmente. Las primeras no exigen ningún esfuerzo. hay decisiones que nos afectan un momento nada más; en cambio, otras nos cambian la vida. Por ejemplo, ir a hacer un reclamo a la pareja que decidió terminar la relación en un estado de vulnerabilidad afectiva puede cambiar radicalmente nuestra vida. Callar un dolor y desentendernos de él nos puede costar muy caro. Lo que no se soluciona a tiempo; después, se resuelve con dolor. Cuando tomamos una decisión se ponen en riesgo dos cosas. Antes de mencionarlas, definamos ¿qué es decidir? El diccionario define el término así: “es la determinación ante un asunto”. 

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